La endodoncia es, como hemos dicho, la extirpación total de la pulpa o nervio del diente. Se trata de un procedimiento de limpieza de los conductos radiculares del diente, en el que se eliminan bacterias y tejido necrótico para dejar el conducto lo más aséptico posible. Se realiza en diferentes fases:
- Diagnóstico por parte del profesional sanitario: durante la parte del diagnóstico se realiza una anamnesis o preguntas guiadas por el profesional, durante las cuales el paciente informa de cómo es el dolor qué siente, dónde se localiza, con qué intensidad lo nota, si puede calmarse aplicando frío… Todo encaminado a hacer un buen diagnóstico y a aplicar el tratamiento correcto. Además, se podrán realizar radiografías para verificar el estado del diente y para ver cómo es su anatomía (longitud de las raíces, estado de las mismas…).
- Anestesia: la anestesia que se utiliza en este tipo de intervención es local, afectando solo al diente a tratar y a la zona de alrededor. Es importante que en el momento de la anestesia no exista ninguna infección o inflamación en la pieza para que ésta actúe de forma correcta. De existir infección, la intervención deberá posponerse y se recetará al paciente la toma de antibióticos y antiinflamatorios, en caso necesario.
- Apertura y aislamiento de la pieza: se realiza un agujero en la corona del diente mediante el cual se accede a la pulpa para su extracción.
- Conductometría e instrumentación: es el procedimiento de limpieza de los conductos para dejarlos asépticos o limpios.
- Obturación: es la fase de sellado del diente, a través del cual se cierran los conductos que se han limpiado, dejando la pieza plenamente insensibilizada.
- Control: una posterior radiografía y observación por parte del dentista para verificar la efectividad de la intervención. Generalmente se realiza un seguimiento durante unas semanas o meses